Por Danel Ayesta de Sueños de Mochila
Conocé la historia de Andres, un joven colombiano que decidió dejar su profesión para emprender su primera aventura por países sudamericanos. Los dolores que resultaron disparadores, su trabajo en comunidades indígenas y el rol de la magia, su gran sustento.
Distintas situaciones se van registrando en la vida que resultan disparadoras a la hora de agarrar una mochila y emprender una aventura por tierras desconocidas. En el caso de Andres, un abogado de 25 años, la muerte de su madre le generó un desequilibrio emocional muy fuerte. “Perdí cualquier tipo de motivación. Daba igual estudiar o trabajar. Un momento de mi vida en el cual necesitaba encontrar algo que me impulsara”.
Merodeando en las redes sociales el joven de Ayapel, un pueblo ubicado a 350 kilómetros de Medellín, empezó a agregar a todo tipo de blog y Facebook que cuente con la denominación “Mochilero”. Motivado por los textos de varios representantes viajeros, decidió crear un grupo de whatsapp con el objetivo de realizar su primera experiencia por 10 días en Montañita, Ecuador. Se enamoró del mundo viajero y desde el 18 de febrero hasta este mes (agosto), sigue en plan Nómada, autosustentando parte de su caminata con su gran amor: La Magia.
¿Cómo era tu vida antes de empezar a viajar?
Tenía un trabajo estable de 8 horas diarias en un almacén, con un sueldo relativamente interesante, y vivía en la casa de mi tía. En cuanto a la abogacía, solo participaba de asesoramientos pero sin fines económicos. Lo hacía por vocación, para ayudar a otras personas.
Podrías haber planeado una vida estable …
Sí, pero se dio una situación que marcó vida. Mi mamá falleció tras luchar contra un cáncer de pulmón, situación que me llevó a replantear mi vida. Sentí que debía buscar un nuevo rumbo y empecé a investigar, a leer a diferentes viajeros. Me lancé, a pesar de la presión por parte del contexto, de los miedos que me sembraba mi familia.
¿Y cómo fue esa primera experiencia?
Fue en Montañita, Ecuador. Me había ido por diez días con dos raquetas (NdR: Andrés es fanático del tenis), ropa y sin carpa ni bolsa de dormir. Si bien el plan A era estar por un lapso determinado, reflexionaba sobre la posibilidad de seguir a pesar de no contar por aquel entonces con un sustento económico. No sabía hacer nada y lo que sabía no pensaba en que podía utilizarlo como un recurso económico.
¿Cómo te sostuviste?
En Montañita me quedé sin dinero y Freed, un amigo que vive en Cuenca, Ecuador, me citó para que lo ayude con una mudanza. Allí pude hacer unos dólares y luego me instalé en la selva peruana (Chiriaco y Macita), para hacer un voluntariado. Junto a Kleiman y Mary, un colombiano y una francesa que conocí, estuve un mes capacitando a comunidades indígenas (niños y adultos), y profesores sobre la contaminación ambiental, reducción y reutilización de residuos sólidos, además de charlas sobre la importancia de la naturaleza y el ecosistema.
De la estabilidad a estar un mes en una comunidad indígena dando talleres de concientización. ¿Te resultó exótica la experiencia?
El contraste cultural fue bastante fuerte. Nos tocaba dormir en el suelo, en camas hechas de caña. Había muchos mosquitos y el calor era intenso, pero nada que no se pudiera soportar. En cuanto a los alimentos había insumos frescos, pero pobreza en cuanto a carnes y aves. Comí Suri, un gusano nativo y muchas cosas del lugar como pan de árbol y Cocona. Llenaron de gustos y sabores la experiencia. El contacto con la gente fue tan bueno que me regalaron una lanza; la lanza de la sabiduría.
Luego de la experiencia en la selva, empezó otro viaje …
Sí. Incursioné en el AutoStop junto a Mary y Kleiman. Salimos a dedo hacia ICA, con paradas intermedias en Chiclayo, Trujillo y Lima. Tuvimos varias demoras debido a las distancias, pero pudimos sobrellevarlo. Un par de noches en terminales, en un camión y muchas horas de espera para conseguir transporte, pero tenía claro que quería seguir. En el destino previsto tuvimos un lugar que nos acobijó, el cual conseguimos mediante CouchSurfing (sitio de alojamientos gratis para viajeros).
¿Cuándo empieza la magia a tener un rol primordial?
En ICA conocí a Rafa, un chico francés fanático de la magia. Terminamos compartiendo la experiencia de hacerle magia a personas. Fue muy importante porque desde la muerte mi madre nunca había retomado la actividad. Hablar nuevamente del tema con otro apasionado que encima me regaló dos barajas, resultó motivante.
Tras conocer las dunas de Huacachina, Andres se dirigió a Abancay junto a sus amigos, nuevamente coordinando un alojamiento mediante Couchsurfing. Desde allí hizo un trekking de cinco días hacia Choquequirao, otra majestuosa ciudad inca poco difundida con respecto a Machu Picchu. No estaba acostumbrado a tanta exigencia física, por lo cual quedó con el cuerpo destrozado, pero feliz por la experiencia. “Sentí una motivación interior increíble. Nunca me había pasado”, aseguró.
De ahí, junto a sus compañeros por aquel momento inseparables, fueron a Cuzco y se separaron. Los franceses fueron en búsqueda de visitar el cerro 7 colores mientras que el protagonista de esta nota conoció a dos colombianos, William y Carlos, que le enseñaron a realizar artesanías para sostener su viaje.
La ciudad del sol, ¿qué tan bisagra resultó?
Realmente fue sagrada. Allí aprendí a hacer atrapasueños, pulseras, pipa, entre otras artesanías. Por la mañana las producía, por la tarde las salía y vender y de noche me iba a los parques para hacer trucos de magia a voluntad. La labor me ayudó a juntar la plata para ir a Machu Picchu.
¿Cómo llegaste a la ciudadela?
En primer término intenté ir por Ollantaytambo, caminando desde el kilómetro 82 por las vías. Fuimos interceptados, junto a mis amigos de Colombia, y desistimos de ir por ahí. Encaramos hacia un nevado, llamado Verónica, pero solo uno de nosotros llegó. Desanimados por la imposibilidad de seguir transitando, mis compañeros desistieron de ir para Machu, pero yo seguí. Junto a dos coreanas que conocí en el camino, tras hacer paradas en Santa Teresa, Santa María e Hidroeléctrica, me di el lujo de cumplir un sueño.
¿Hubo mensajes en el medio que te impulsaron a continuar con la magia?
Conocí a Fernando, un hombre que viajaba con sus hijos y era parte del círculo de magos de Medellin. Charlar con él lo tomé como una buena señal para seguir por el mismo camino. Retomé a Cuzco y, un poco dolorido pero contento, continué con las cartas encontrando reacciones y alegría en las personas.
¿Sentis la presión de generar un ingreso con la magia o lo haces con la naturalidad de una persona que disfruta de expresar su arte?
Reconozco que preciso de la moneda, pero no lo hago solamente por eso. No hay nada más lindo que poder lograr éxtasis en las personas. Amo incentivar la capacidad de asombro en las personas. Recuerdo haberle regalado un truco de magia a un chico que vendía chocolate. Estaba con Laura, una amiga que le compró varios para llevar a su tierra, y me generó un éxtasis emocional bastante grande la reacción del niño cuando terminé la presentación.
Luego de cinco meses deambulando, Andrés decidió viajar a Cuenca para estabilizarse un tiempo como cuidador de una vivienda. En el medio siguió sumando historias y conociendo gente valiosa. Hizo varias paradas hasta que un caleño lo trasladó de Trujillo a Tumbes, frontera con Ecuador. “Me regaló 20 soles que me sirvieron para pagar un pasaje hasta Cuenca”, sostuvo.
¿Qué rescatas de esta historia y cómo sigue?
Por lo pronto quiero volver a Colombia. Charlando con Pilar, una chica de Murcia, pude darme cuenta que por ser una primera experiencia había sumado muchas vivencias. Quiero continuar poniendo en práctica los aspectos mejorados mediante la magia; lo aprendido en este primer viaje. En el momento indicado veré dónde ir. Me gusta no saber qué lugar voy a ver el nuevo amanecer.
En Choquequirao, en medio de una caminata intensa, al viajero le surgieron dos frases que hoy en día resultan cabeceras. “Ser paciente te hace fuerte, pero ser perseverante te hace invisible; Si el camino es infinito, haz que tus fuerzas sean infinitas”, concluyó.
Podés seguir el viaje de Danel Ayesta en la Fanpage de Facebook “Sueños de Mochila”
2 comments
Me siento identificado hace algunos años comencé mi periplo por sudamericana motivado por las ganas de conocer el mundo. He dejado atrás una empresa ha una carrera como asistente de sistemas en Argentina mi ciudad natal Comodoro Rivadavia. para dedicarme en un 80 por ciento a mochilear la vida. Me gustaría conocieras mi perfil en Instagram y mi página Web: https://www.instagram.com/mevoyviajando y http://www.mevoyviajando.com
Me siento identificado hace algunos años comencé mi periplo por sudamerica motivado por las ganas de conocer el mundo. He dejado atrás una empresa ha una carrera como asistente de sistemas en Argentina mi ciudad natal Comodoro Rivadavia. para dedicarme en un 80 por ciento a mochilear la vida. Me gustaría conocieras mi perfil en Instagram y mi página Web: https://www.instagram.com/mevoyviajando y http://www.mevoyviajando.com